UN LIDER PARA HOY

UN LIDER PARA HOY

Mg.  Alonso Martin Chirinos Loayza.

Docente USS.

 

Al echar una mirada a nuestro alrededor la sensación que nos queda, o por lo menos a mí me queda, es  que no sabemos dónde estamos, ni qué queremos lograr, si estamos conformes con lo que tenemos o con lo que somos, nada parece ser la medida que buscamos, ni contenerla. Mirar alrededor es más bien una tarea deprimente, patética, sombría, dolorosa, desmoralizadora, desconsoladora, nadie le cree a nadie, la moral es de acuerdo al cristal con que se mire, a veces aplicando la ley del embudo que ha creado el ingenioso “parlamento popular” y que cito a continuación: ”Lo ancho para mí, lo angosto para ti”  y el  “reglamento de esta ley”  en su artículo único dice: “La aplicación de esta ley es de acuerdo a tu conveniencia.”  No cabe duda que esto obliga a detenerse un momento, como diría Jorge Manrique: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte,  contemplando,  cómo se pasa la vida,  cómo se viene la muerte,  tan callando...”

 

    La educación como elemento fundamental en la construcción de la personalidad de todos los seres humanos, es sin duda una de las  tareas más importantes. Claro está,  ésta debe responder a las necesidades de los propios estudiantes y también a  aquellas necesidades que la sociedad  y  el avance científico-tecnológico nos presenta día a día. Mucho se ha teorizado al respecto, por modelos explicativos no debemos preocuparnos, si de educación, economía, ingeniería, etc., se trata las explicaciones sobre sus aplicaciones están a la vista de todos; pero qué poco se ha puesto en práctica para lograr lo que supuestamente es tan evidente. Tienen que pasar décadas sino es cientos de años para que las personas podamos ponernos de acuerdo en aquello que resulta tan evidente, tan obvio...  que no se ve.

 

La realidad es cada día más desafiante para los que ejercemos la docencia, nuestra sociedad peruana cada vez se ahoga más en un mar de desvalores, tanto que lo que nos llama la atención es pedir que se cumpla la ley y no el que ésta  no se cumpla; y parafraseando a un cantautor;  el problema no es que mientas, el problema es que te creo,  el problema no es que regrese “el chino”, el problema es que nuestro sistema judicial no puede demostrar su culpabilidad, para ganarse “alguito” no importa lo que se haga, el hecho es ganarlo y así podemos reseñar una serie de cosas que van haciendo esta difícil  convivencia entre nosotros.

Si buscamos un referente, un líder  para los jóvenes, para nosotros mismos, sólo uno que les inspire, que les entusiasme, que su vida sea un modelo a seguir por su coherencia, dignidad y virtud no encontraremos uno solo. Qué les espera a los jóvenes, qué mostraremos los docentes a los estudiantes, tendremos que bajarlos del cielo o subir a él para encontrarlos y  conocerlos. Pero ni lo uno ni lo otro es posible hacerlo; tendremos que buscarlos entre nosotros. Menuda tarea la que nos espera. Si buscamos sobre la tierra no los encontramos, si buscamos debajo de ella tampoco, si buscamos en el mar menos... entonces que nos queda; esperar que nazcan o empezar a formarlos. Este es el tema;  los líderes...  ¿nacen o se hacen?

 

Pienso que los líderes se hacen, no debemos esperar su nacimiento, porque como están las cosas y con esta fuerte corriente de control de la natalidad, de permisividad en el uso indiscriminado de anticonceptivos y la injusticia de hacer legal lo ilegal con el aborto, corremos el riesgo de cerrar nuestros ojos antes que esta rutilante estrella como el cometa Halley aparezca sólo una vez en cientos de años y nuestras esperanzas queden rotas como trozos de cristal que nunca volverán a ser lo que antes fueron pues “ningún río puede volver a su fuente, ninguna rosa puede volver al rosal que la dejó caer”.

 

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia para buscar el significado de la palabra líder encontramos: líder del inglés leader, guía. Persona a la que un grupo sigue reconociéndola como jefe u orientadora. Esto implica a una persona o equipo que va a la cabeza de...  una familia, el gobernante de un país, un grupo político más o menos organizado, una competencia deportiva, una asociación con o sin fines de lucro  Así podemos decir equipo líder, empresa líder, países líderes, etc. Y la influencia ejercida por este guía es lo que llamamos liderazgo.

 

Los seguidores de Max Weber, considerado como el fundador de la sociología moderna, distinguen tres tipos de liderazgo con sus respectivas formas de autoridad, estos tipos son: el líder carismático, al que sus seguidores atribuyen condiciones superiores al de otro dirigente; probablemente una persona asome a tu memoria como los “heraldos negros que nos manda la muerte”;  con su lengua afilada y sesudo argumento. Otro es el líder tradicional que hereda el poder, ya sea por la costumbre o por la aristocrática cuna en la que nació y el líder legal que llega al poder vía elecciones, tal vea otro demonio domine tu mente en este instante “el padre de la mentira”, pero cualquier parecido con la realidad no es coincidencia. En este liderazgo legal se reconoce también a quienes demuestran su calidad de expertos sobre los demás, reconocidos en el campo del mundo empresarial privado.

 

Otras perspectivas, como la de Ferreiro y Alcázar, consideran tres dimensiones del liderazgo de los directivos, la estratégica, ejecutiva y la de liderazgo; las mismas que a su vez  muestran los perfiles de quienes no tienen cualidades de líder y estos serían:  los mediocres cuya fuerza es “cero colesterol” completamente ligera; los tiranos cuya fuerza es el poder coactivo; los demagogos en la que su fuerza está en la capacidad de persuasión; los manipuladores que combinan la coacción y persuasión como fuerza.

 

Los perfiles de quienes si tienen cualidades de líder serían: los bonachones cuya fuerza es eminentemente cardiaca es decir “puro corazón”; los prestigiosos en la que su fuerza está en la autoridad; los persuasivos  con su fuerza en la amistad y los líderes cuya fuerza motriz es la ejemplaridad.

 

Siguiendo esta misma perspectiva se dice de los líderes que son excelentes en todos los planos y por ello es que no se les puede encontrar con facilidad, sus acciones crean valores auténticos y profundos, logran la unidad, arrastran a los demás con la autoridad de su ejemplo, nunca defraudan, buscan que todos se desarrollen como personas logrando la identificación con la organización y con lo que hacen y en fin, es un formador de líderes. Me resulta irresistible agregar, Alicia en el país de las maravillas y la caperucita se comió al lobo...

 

Hasta aquí nada que nos ayude a descifrar el enigma de cómo se forma, se construye o se hace un líder. Hemos llegado a la luna,  se construye una estación espacial internacional, estamos a un “clic” de distancia de cualquier parte del mundo, vivimos en la misma “aldea global”, tenemos expertos en legislación, economía, medicina, ingeniería, educación, en estudios de mercado, en estrategia militar, en lucha contra la delincuencia, en bombas atómicas,  “gurús”, visionarios, chamanes, brujos, y la lista se vuelve interminable.

 

Sabemos cómo formar un economista, un médico, un ingeniero, un administrador, un educador, sabemos el currículo que debe seguir, los idiomas que debe aprender, los ciclos que debe estudiar, las horas por cada curso, las prácticas que debe realizar, el perfil profesional, su misión, pero ... no sabemos cómo se forma un líder.

 

Si este desconocimiento es común a todos los mortales y yo soy mortal...  en consecuencia yo tampoco podré decir cómo se forma un líder pero tengo el soberano atrevimiento de plantear una estrategia para que podamos formar los líderes que necesitamos si otros lo han dicho o lo han intentado no lo sé, ni quiero saberlo, lo cierto es que en nuestra realidad ya estamos hastiados de tantas comparaciones; que si los chilenos, los brasileños, norteamericanos, europeos han logrado el progreso que hoy ostentan aún nosotros no lo hemos logrado y su prosperidad no quita nuestra pobreza, ni disminuye el hambre, ni la miseria en la que muchos compatriotas están sumidos, no quita nuestra desesperanza y los adioses de miles de jóvenes que emigran a dar lo mejor de sí fuera de nuestras fronteras y no al interior de ellas.

 

Creo que un programa intenso de formación de líderes debe desarrollar en primer orden la  autoestima, la capacidad de amarse a sí mismo, no en un sentido egoísta, egocéntrico sino en la intensidad valorativa de lo que somos. Muchas investigaciones y correlaciones ejecutadas nos muestran lo importante de este aspecto en el desarrollo de la persona. Esto implica auto conocernos, como lo diría Lao Tse  “el que conoce a los demás es un erudito, el que se conoce a sí mismo es un sabio”; valorar la propia imagen, nada más triste para un hombre que tener una pobre imagen de sí; aprender a evaluarnos, en muchos casos la mayoría de los problemas humanos está en sentirse devaluado; aceptarnos con nuestros más y nuestros menos, y cultivar el respeto a nosotros mismos.

 

Si aún queda un resquicio de duda sobre este punto anoto:”Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley? Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se sostiene toda la ley y los profetas”. (Mt.22, 36-40). Si esta es la respuesta del Maestro, yo no tengo nada más que decir.

 

Un segundo aspecto estará conformado por el desarrollo de las habilidades intelectuales. Aspecto que va desde la identificación de los estilos de aprendizaje de los potenciales líderes hasta la aplicación conciente de estrategias que le permitan  investigar, organizar y desarrollar  cualquier tipo de información.

 

Esto implica inevitablemente trabajar fuertemente la comprensión y producción de textos con la aplicación de  estrategias de identificación y secuenciación de ideas textuales, la aplicación de organizadores del conocimiento  propios para estos fines, concretados en documentos escritos que revelen la aplicación eficiente de las estrategias.

 

El desarrollo del pensamiento lógico que permita verbalizar, plantear, analizar secuencialmente, resolver y tomar decisiones frente a un problema planteado. Recordemos los funestos resultados obtenidos en las pruebas de medición internacional la evaluación  PISA,  que ha evidenciado el bajo nivel de aptitudes y conocimientos de nuestros estudiantes y que nos colocó en el último y penúltimo lugar en lenguaje y matemáticas a nivel latinoamericano y en la Evaluación Nacional del 2001 que ratificó estos resultados. En consecuencia que tenemos hoy... una declaratoria de emergencia educativa.

 

Creo que la importancia de este segundo aspecto que planteo, cae por su propio peso,  pero quisiera anotar un acontecimiento que llamaría sagaz e inteligente y que cito:”Entonces, habiéndose retirado los fariseos, acordaron en consejo cómo hacerlo caer en una palabra, y le enviaron a los discípulos de ellos junto con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas el auténtico camino de Dios y no tienes preferencia por nadie porque no miras el aspecto de los hombres. Dinos qué te parece: ¿Es lícito dar tributo al César o no? Conociendo Jesús la maldad de ellos, dijo: ¿Por qué me tientan,  hipócritas? Muéstrenme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario. Y Jesús les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le dicen: Del César. Entonces les dice: Pues den al César lo del César y a Dios lo de Dios”. (Mt. 22,15-21).  El texto continúa diciendo que se quedaron asombrados de tal respuesta; confieso que yo  también.

 

Un tercer aspecto que propongo debemos contemplar en este programa es el desarrollar las habilidades sociales de los líderes, entendidas estas de la forma como las plantea Monjas (1999),  en su Programa de enseñanza de habilidades de interacción social (PEHIS). En él se describen seis áreas que forman las habilidades sociales que van desde las habilidades básicas de interacción social, las habilidades para hacer amigos, las conversacionales, las relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones, las de solución de problemas interpersonales y las habilidades para relacionarse con los adultos.

 

En cada etapa del desarrollo de las personas, desde su niñez hasta la etapa crepuscular de la ancianidad, estamos en constante contacto e interacción social y estableciendo relaciones interpersonales que pueden ser o no, exitosas,  satisfactorios o frustrantes.

 

Ser socialmente competente involucra un grado de desarrollo de ciertas habilidades que al ponerse en práctica, permiten a los demás gozar de una grata y acogedora compañía.  Desarrollar la capacidad de conocer los sentimientos del otro,  “ponerse en sus zapatos”; y de actuar de manera que se aprecien estos sentimientos, sería la esencia del manejarse socialmente y mantener buenas relaciones interpersonales.

 

La competencia social implica desarrollar la habilidad de autogobernarse, de manejar adecuadamente los sentimientos y de canalizar la expresión de estos,  desarrollar la capacidad empática y mostrar la coherencia entre el ser y el parecer de la persona.  Estas son las habilidades  que  contribuyen a la eficacia en el trato con los demás y es la ausencia de estas habilidades lo que puede hacer que incluso los más brillantes intelectualmente fracasen en sus relaciones, apareciendo como soberbios, arrogantes o insensibles; distorsionando de esta manera su comportamiento ante otros.

 

 El uso adecuado de las habilidades antes mencionadas permite  a una persona darle forma a un encuentro, movilizar o inspirar a otros, prosperar en las relaciones íntimas, persuadir, influir y tranquilizar a los demás.

 

En alguna oportunidad hemos asistido a una reunión social, sea esta un matrimonio, bautizo u otro acontecimiento y hemos observado y comentado algunas incidencias allí ocurridas, te propongo la siguiente: “A  los tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba en la fiesta. También fue invitado a las bodas Jesús con sus discípulos. Se acabó el vino de las bodas y se quedaron sin vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús respondió: Mujer, ¿cómo se te ocurre? Aún no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: Hagan todo lo que él les mande. Había allí seis jarrones de piedra, de los que sirven para los ritos de la purificación de los judíos de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús indicó a los sirvientes: Llenen de agua esas tinajas. Y las llenaron hasta el borde. Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo. Y ellos se lo llevaron...” (Jn. 2,1-8). El detalle es hermoso y muestra la competencia social de Jesús, yo diría junto a todos ¡qué siga la fiesta!

 

Un cuarto aspecto, que propongo es el desarrollar el arte del buen decir, del hablar con elocuencia pero sin afectación: la oratoria. Esto implica desarrollar la capacidad de expresión oral en los potenciales líderes, tanto en la ejecución verbal que se relaciona con la entonación, el volumen de voz, pronunciación, fluidez verbal; como en la disertación que se relaciona con la coherencia, intencionalidad, armonía entre el gesto y la palabra y la capacidad de persuasión que el discurso,  la disertación, la conferencia que pueda ser pronunciada por el líder genere en su potencial auditorio.

 

Un discurso puede generar adhesiones febriles, pero también rechazos, lo importante aquí es lo que se dice y cómo se dice. Anoto un texto de “Don Manuel”: “Adriana, viéndole sonreír ante las cuartillas impecables, recordaba la pasión de Don Manuel por los papeles inmaculados, los libros sin subrayas, las copias sin enmiendas, su odio al borrón y al garrapateo. Prada releyó el primer párrafo: Los que pisan el umbral de la vida, se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo defender con el hierro”. (Sánchez 1978). Es inevitable conmoverse.

 

En el memorable Sermón de la montaña Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los hambrientos y sedientos de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mt.5, 3-10). La fuerza y vitalidad de estas palabras me recuerdan que estoy vivo.

 

Un quinto aspecto, que no por el hecho de colocarlo en este orden indique su menor importancia o jerarquía pero considero que este aspecto debe ser transversal a todo el programa que vengo proponiendo y es el cultivar una profunda vida interior. Puedo afirmar categóricamente que un líder que no cultive su vida interior no sería más que “un bronce que suena o unos platillos ruidosos...” (1Co.13, 1). Este cultivo de la vida interior implica estar en paz con Dios, beber de la fuente de su palabra y hablar con Él en el devenir de cada día  y de todos los días.

 

Siguiendo a algunos maestros de la vida interior, me sumo a sus sugerencias y anoto: “Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior... Tú sabes que hay consejos evangélicos. Seguirlos es una finura de amor.- Dicen que es camino de pocos.- A veces, pienso que podría ser camino de muchos”. (Camino 304,323).

 

Cito a San Agustín y me uno a él en estas  interrogantes  ¿Quién podrá hacer que yo descanse en ti? ¿Quién me concederá que vengas a mi corazón y lo embriagues para que me olvide de todos mis males y me abrace contigo, único bien mío?...Pregunté a la tierra, al mar, a los abismo, a los reptiles, a la brisa, al cielo,  al sol,  a la luna, a las estrellas, a mis sentidos... y todos me respondieron nosotros no somos tu Dios... Te buscaba fuera y Tú estabas dentro de mí...” (Conf. 1,5; 10,9).

 

Para concluir este punto quisiera sólo hacer referencia a Jesús y sus momentos de encuentro con el Padre que son siempre trascendentales en su vida: ante las tentaciones, para elegir a sus apóstoles, en el huerto, en la última cena, en la cruz y después de resucitar. Estos son los maestros sobre los cuales los potenciales líderes, y nosotros  mismos, podemos cimentar nuestra vida interior.

 

Pero aún tenemos unos “cabos sueltos”, si todo lo anteriormente expuesto es el programa para la formación de líderes que propongo ¿de dónde sacaremos a los formadores de estos líderes? ¿Quiénes serán esos seres dotados de tantas cualidades? ¿Dónde los buscamos? ¿Cuánto tiempo durará este programa? ¿Será parte de un currículo de los jóvenes?

 

Parafraseando a San Agustín, no los busquemos fuera sino dentro de nuestra organización, que sean alegres, entusiasmados con lo que hacen, que tengan ideales, que no tengan envejecida el alma, que quieran vivir y para identificarlos tenemos el perfil que he venido describiendo a lo largo de estas reflexiones. Considero que este programa podría tener una duración equivalente a dieciséis meses, un poco más o menos dependiendo de la motivación de los interesados en ponerlo en marcha. Esta tarea nos corresponde, pues ni Teresa de Calcuta, Mahatma Gandhi, Martín Luther King, Winston Churchil, Juan Pablo II; lo harán por nosotros.

 

El reto de compartir la vida con los demás es altamente positivo, por ello  “ en cuanto te sea posible y sin rendirte mantén buenas relaciones con todas las personas... sé cauto en los negocios pues el mundo está lleno de engaños, más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe...  sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto y no seas cínico en el amor  que en medio de todas las arideces y desengaños es perenne como la hierba... cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja de las adversidades repentinas muchos temores nacen de la fatiga y la soledad ... por ello debes estar en paz con Dios cualquiera que sea tu idea de él... aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos el mundo es todavía hermoso,  sé cauto ¡esfuérzate por ser feliz!” (Desiderata).

 

Las reflexiones planteadas, sobre el líder, su liderazgo y sus apreciaciones me permiten perfilar unas claras  conclusiones: primero los líderes se hacen, no nacen. Segundo la propuesta de un programa con etapas que se pueden ejecutar y que pongo a consideración, el mismo que aborda el desarrollo de la autoestima, las habilidades intelectuales, las habilidades sociales, la oratoria y el cultivo de una profunda vida interior y tercero que la formación de líderes es posible, que está en nuestras manos y que estos líderes son para hoy.

Creo firmemente que con un programa así, podemos formar un líder para hoy, para  nuestros tiempos; que tenga la nobleza de asumir sus errores y corregirlos, que sepa reír sin olvidar como se llora, que pueda disculpar y disculparse sin sentirse débil, expresar libremente lo que piensa y siente, que pueda decir Abba, Padre y pedirle serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo modificar y sabiduría para conocer la diferencia.

 

Aunque esta búsqueda pueda parecer infructuosa, “que nada puede cambiar”, será necesario que la hagamos y creo que después de tanto buscar concluiremos en que el mejor modelo de líder y de liderazgo que podemos seguir y mostrar es el liderazgo indiscutible de Jesucristo.